Belen Franco Contacto
 
 
 
 
 
 

"Músicas". Presentación de la serie.

He trabajado en este serie de pinturas, dibujos y collage, entre los años 2007 y 2016. La serie partió de un primer cuaderno "Playing I", de papel pautado, en el que a modo de colección fui pegando, versionando o repitiendo, muchos de los bocetos y dibujos que había ido realizando durante mis giras con la Jonde. Dado que la función de esta orquesta es preparar a los jóvenes instrumentistas en todos los aspectos de la práctica orquestal, los dibujos y bocetos reflejaban ese ambiente de entrega y entusiasmo que se requiere en el aprendizaje de casi todas las artes. Una concentración extrema, de niños jugando, de ahí el juego de palabras del título de esta serie de dibujos que conforman tres cuadernos (Playing I, II y III y Otras Músicas). La elección de un cuaderno de papel pautado, para clases de música, pretende no perder de vista ese componente de concentración infantil que recupero al dibujar y que intenta reflejar el de los músicos al tocar.

De estos cuadernos el primero y cuarto están formados por dibujos originales. Dibujo y Collage sobre cuadernos de papel pautado.
El segundo y tercero son ediciones de 15 ejemplares, de 13,5 cm x 19,5 cm, reproducidas en impresión digital sobre papel de arte Hahnemühle Albrecht Dürer de 210 gr. Los originales son dibujos y collage sobre hojas sueltas de papel pautado.

Trabajando en paralelo, realicé una serie de pinturas con el mismo tema, queriendo reflejar no solo esta concentración y ensimismamiento, o cruce de miradas entre músicos, sino también como cada instrumento en concreto, imponía ciertos tics, gestos, movimientos y sonidos que podían imaginarse como figuras abstractas que se entrecruzaban con la propia figura del instrumentista, quedando de cierta manera fundida en esa estructura. Estás pinturas, deben su color, mas bien monócromas y pálidas, a ese deseo de integrar sonido e instrumentista, en el que apenas la línea de dibujo separa la figura de fondo.


Texto extraido del catálogo de la exposición "Pintura de Músicas". Galería Felix Gómez (Sevilla)
Diciembre de 2012

Durante años he trabajado con orquestas, un extraño destino. Aún gustándome la música clásica desde niña nunca pensé que se pudiera trabajar con una orquesta sin ser músico. Cuando decidí dedicarme a la pintura necesitaba, como tantos artistas en sus comienzos, un trabajo cuyos ingresos me permitieran vivir y, poder pintar. En ese momento, por mis conocimientos de inglés, y gracias a un encuentro con una compañera de colegio, acabé trabajando de interprete en una empresa, Ibermúsica, que traía grandes orquestas extranjeras de gira por España. El número de giras y la intensidad de las vivencias que aportaban (cada vez una orquesta nueva y de diferente nacionalidad) era tan fuerte que, cuando después de siete años, se creó la Joven Orquesta Nacional de España y me llamaron para sus Encuentros, decidí incorporarme a ella, pensando que aún siendo mas largos eran menos los periodos de separación del estudio por lo que me resultaría menos esquizofrénico y ayudaría a centrarme más en la pintura. Esta esquizofrenia se amainó, efectivamente en gran parte, pero ha seguido acompañándome hasta hoy. Combinar la quietud, soledad e introspección del estudio, y el movimiento, la socialización y la necesaria extroversión del trabajo en gira ha sido siempre un esfuerzo mental doloroso, aunque imagino que enriquecedor. Esta fractura me ha impedido durante años unir ambos mundos, salvo algún boceto rápido aquí o allá aprovechando algún ensayo o en la oscuridad de una sala durante un concierto. Algunas veces fruto del aburrimiento, otras de la nostalgia del lápiz o de la necesidad de recogerme.
Con parte de ese material, hace pocos años, junté un primer cuaderno [Playing]; seleccionando aquellos dibujos que lo compondrían caí en la cuenta de lo interiorizados que tenía tanto los gestos de la cara como los movimientos del cuerpo que, dependiendo del instrumento que tocaran, caracterizaban a los intérpretes. Fui consciente de que el sonido estaba presente en esas imágenes y de que, además, de los muchos sonidos que puede producir cada instrumento siempre había uno que, preponderaba en mi mente, una nota larga, en unos, un ataque, un pizzicato, o un trino en otros. Ese sonido, de ese instrumento, tenía forma y tenía color y así empezó a surgir la idea de los primeros lienzos. No se trataba pues tanto de la música (las estructuras, las melodías) como de la estructura del sonido de cada instrumento cuando ensaya, cuando repite, o cuando afina mezclándose con otros sonidos de otros instrumentos para tocar juntos.

Los ejemplos anteriores de pinturas de músicos, desde los maestros flamencos y holandeses hasta los Matisse, no me servían. En los primeros el dibujo y el conocimiento de las posturas era impecable pero más parecían querer reflejar un ambiente, una atmósfera festiva o de comunión familiar; de los que conozco solo "El flautista" de H. ter Brugghen se acercaba a "esa respiración" y a "ese sonido", que yo entendía como necesarios, Sin embargo , pese al movimiento circular que intenta crear con las rayas de la mangas, el movimiento de los cortes en el chaleco y la levedad de las plumas que flotan en el sombrero, la belleza del volumen en la figura y su separación del fondo la paralizan. En cuanto al mural "La Música" de Matisse nunca lo he entendido, no me funciona, como tampoco sus bocetos o lienzos preparatorios y en todo caso habla más de la música que de sonidos concretos. Algo más cercana sentía alguna miniatura persa en la que el abigarramiento de figuras, geometrías y colores, conferían ese movimiento; o en los dibujos de las cerámicas griegas normalmente incluidos dentro, o a modo, de una cenefa geométrica, en los que se refleja la concentración en la escucha del sonido por parte del intérprete.

Necesitaba, por tanto, conservar la línea de aquellos dibujos, y tenía que prescindir de que el color les diera cuerpo porque, de cierta manera, el músico y su música formaban un único cuerpo. Se trataba de que el intérprete fuera la materialización del sonido, pero sin paralizarlo, evitando la corporeidad que proporcionan el color y el volumen. Se trataba de imbricar esas formas y colores consiguiendo que salieran y entrasen en la figura dibujada, confundiendo forma y fondo, como el aire que vacío entra en los intérpretes e instrumentos y sale lleno de sonido. Tenían que respirar y que moverse y, sobre todo, tenían que "sonar". Estas consideraciones sobre la línea y el movimiento, y los dibujos griegos me acercaron a los recursos del comic, pero debía disfrazarlos de algún modo, para que la "concentración" del intérprete tampoco se perdiera.

Así fueron los comienzos de ésta serie de cuadros de intérpretes, a los que confío haber hecho "sonar".

Belén Franco
Madrid, 9 de noviembre de 2012.

Este catálogo editado con motivo de la exposición de Belén Franco en la Galería Felix Gómez de Sevilla, en diciembre de 2012, quiero dedicárlo a la memoria de Odón Alonso y Enrique Franco.

Agradecimientos:
Alfonso Aijón y todas las orquestas con las que trabajé en Ibermúsica, a Javier Muñiz, a los músicos que han pasado por la Joven Orquesta Nacional de España y a la Orquesta de Cadaqués, a Saulo Muñiz, Ignacio Gómez de Liaño y Verónica Hernández.

Bajar los textos en PDF

 

 

        volver a obra 2010-2015